viernes, 1 de octubre de 2010

Sobre el Bisonte y la realidad virtual


Puntos importantes del primer capítulo de la obra del Bisonte a la realidad virtual, de Roman Gubern

La uniformización estética e ideológica planetaria a través de la colonización del imaginario por parte de las culturas transnacionales hegemónicas.
Difusión generalizada de la realidad virtual podrá hacer que percibamos nuestras representaciones icónicas tradicionales como poco satisfactorias
La imagen en occidente copia fiel de las apariencias ópticas del mundo sensible, ambición que culmina en el hiperrealismo
La imagen laberinto no dice lo que muestra o lo que aparenta, pues ha nacido de una voluntad de ocultación. Es imagen laberinto porque es diferente de la explicitud sensorial y simbólica de las escena.
La imagen ha evolucionado de la silueta del rostro, como una ilusión de su presencia, como apariencia, modelo o proyecto; se pintaba lo ausente mediante su imagen virtual que aspiraba a la mímesis.
Toda imagen está condenada a una ambigüedad esencial.
La imagen causa placer, causa apetito, miedo, deseo escópico. Padecemos de glotonería óptica. Nos hallamos ante la iconomanía. La pulsión icónica revela la tendencia natural del hombre a imponer orden y sentido a sus percepciones mediante proyecciones imaginarias.
La pulsión icónica surge de la necesidad de semantizar los campos perceptivos aleatorios, imponiéndoles un sentido. La percepción es un fenómeno cognitivo y emocional a la vez… Hay tres tipos de memoria de la visión: 1) episódica (sucesos específicos) la implícita (habilidades de ejecución automática) y la semántica (para el reconocimiento).
La función biológica de los sentidos no es la de la aprehensión de formas, sino la de descifrar significados. Entonces la percepción visual no es un automatismo sensorial, sino una compleja elaboración cognitiva de los datos sensitivos recibidos.
La interpretación de una imagen por su espectador se basa en operaciones consecutivas de discriminación semántica.  En la percepción visual hay tres factores: fisiológico, el factor cultural o sociocultural y el factor individual. Estos tres niveles podrían designarse con el nombre de fisioperceptual. Y admitiendo que el primer factor es universal, los otros factores desempeñan un papel fundamental en la estructuración de las percepciones visuales.
La singularidad de la imagen icónica reside en que es una representación que se ofrece a su espectador de dos maneras simultáneas: transitiva y reflexiva. Toda imagen es a la vez un soporte físico de información y una representación plástico-simbólica. La imagen icónica es una categoría perceptual y cognitiva, una categoría de representación que transmite información acerca del mundo percibido visualmente, en un modo codificado por cada cultura. La leyenda de la muchacha de Corinto es la presencia simbólica de una ausencia. 
El debate más prolongado y profundo acerca de la naturaleza de la imagen icónica se ha centrado en dilucidar si se trata de una representación motivada, nacida de una voluntad imitativa o analógica o por el contrario, responde a una convención social.  Sin embargo, tenemos que admitir que los animales también reaccionan ante simulacros icónicos adecuados.
Por tanto, la imagen icónica es una convención plástica motivada, no arbitraria,  que combina en diferente grado el isomorfismo y ciertas aportaciones simbólicas propias de cada cultura. Referirse a las convenciones de una imagen significa referirse a lo que Eco ha llamado su sentido contextual, donde un punto puede representar sobre un papel la pupila de un ojo o un ombligo.  No hay texto sin contexto. La lectura de una imagen es cosa de tres: de su productor, del texto icónico y de su lector.
La mitología, la religión y el arte sirven para la fijación y transmisión de valores en una comunidad.

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