miércoles, 3 de noviembre de 2010

Iconoclastas e iconófilos

Mosaico Bizantino del s.XIII, en la galería sur de Hagia Sophia en Constantinopla

Tanto la iconoclasia como la iconofilia provienen de la relación que tenemos con los íconos. Los íconos son signos o símbolos, son imágenes, representaciones que tienen una gran semejanza con lo que se intenta representar. Es decir, al parecer hay una relación de analogía entre la representación y lo representado. Así, las imágenes de Cristo, de las Vírgenes y de los Santos son veneradas pues se considera que son imágenes análogas, una especie de index que puede no sólo representar sino sustituir a lo representado. Con ello queremos decir que las imágenes dejan de ser sólo eso, imágenes, para convertirse en dioses. No es la imagen del Dios, es el Dios en sí.


Sin embargo, esta relación que guardamos para con las imágenes no ha sido clara. En algunos pasajes de nuestra historia se han presentado querellas entre aquellos que consideran que las imágenes pueden ir más allá de la representación y aquellos que estiman que las imágenes no son necesarias y que sólo llevan a la idolatría.

En la historia de la Iglesia se registran estas querellas entre iconoclastas e iconofilos, con los resultados ya conocidos por todos nosotros. En ciertos periodos de nuestra historia, ciertas imágenes se consideraron prohibidas. Hoy en día, ciertas religiones no permiten el uso de imágenes para representar a Dios o  a Cristo, o bien a sus profetas. Por el contrario, otras religiones consideran adecuado el uso de las imágenes para que sus fieles seguidores cuenten con una representación visual ante la cual venerarse o rezar.
Retablo Bizantino con la imagen de San Miguel Arcangel

La lucha entre iconoclastas e iconófilos no se reduce al ámbito religioso, sin embargo, es alli donde ha cobrado más fuerza...

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