En el ámbito de la historia del arte se entiende a la iconografía y a la iconología como métodos para estudiar las imágenes. El vocablo iconografía deriva del griego y su etimología abarca los términos imagen, figura, representación; así como escritura, composición, registro. Ha significado la clasificación y descripción de las imágenes.
La
iconografía es entendida como una disciplina que nos permite conocer el
contenido de una representación en virtud de sus caracteres específicos y su relación
con determinadas fuentes literarias. En la introducción del libro La ciencia de
las imágenes, editado por la Universidad Iberoamericana, se afirma que fue a
finales del siglo XVI cuando el humanista Francisco de Medina describió la
pintura como la representación de las imágenes en los cuerpos; esos eran,
naturales del pensamiento y consideración del alma. Los cuerpos eran formados
por la imaginación mediante otro tipo de imágenes. Habría que recobrar la idea
de Kant sobre la imaginación como una facultad y el aporte de W. J. T. Mitchell
sobre el concepto de imagen mental para entender el pensamiento de Medina.
Dos
siglos más tarde, los pintores y tratadistas harían de los jeroglíficos y los
emblemas, junto con las imágenes de ángeles y otras visiones, un vocabulario
para vincular el discurso iconográfico con la estética y sobre todo con la
moral. Los sueños y las alegorías emblemáticas se tradujeron en signos
plásticos y literarios inteligibles, como en el caso de la Iconología de Cesare
Ripa.
La
Iconología de Cesare Ripa (1593) es una obra de figuraciones morales que hacía
patente las dos disposiciones naturales que facultaban a Ripa como un emblemista
en ciernes. A estas virtudes del intelecto debían sumarse el mérito propio de
la erudición histórica (conseguida por largos estudios bíblicos, profanos y
mitológicos).1 Césare Ripa emprendió el camino de la moralidad visual mediante
su obra en la que las imágenes contienen implicaciones simbólicas.
Las
figuras de su Iconología cayeron bien en el terreno de lo moral, lo sacro y lo
político en la corte y en la iglesia.“ Con préstamos de distintas y antiguas
tradiciones figurativas, tals como la medallística, la numismática, la
criptografía y la mnemotecnia, Ripa tuvo el tino de sistematizar sus
personificaciones moralizadas… La Iconología era entonces una nueva rama del
pensamiento que tenía como estatuto, la descripción de diversas imágenes
tomadas de la antigüedad [pero sobre todo de la propia invención].
En
su obra, utilizó a las imágenes como estructura discursiva para personificar
atributos y características de los vicios, virtudes, humores y temperamentos,
hábitos y pasiones. Es decir, ilustraban el comentario que se escribía debajo
de la imagen. En la segunda mitad del siglo XVIII, distintas ediciones de esta
iconología adquirieron un sentido moralizante y sus imágenes se transformaron
para enmarcar al personaje en una escena que colaboraba en la narrativa.
Otro
ejemplo de iconología –entendida como un tratado de imágenes acompañadas de un
texto explicativo, es el Tratado de Gravelot y Cochin (1791) que circuló
ampliamente en Francia. Son a decir de María de Carmen Alberú, documentos
legados por el quehacer artístico que nos adentran a la cosmovisión y cultura
de quienes los produjeron.
1. Jaime Cuadriello, La
iconología y el caballero Cesare Ripa, en La ciencia de las imágenes,
México, UIA, 1995.
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