martes, 11 de febrero de 2020
viernes, 31 de enero de 2020
Sobre el ensayo literario
El ensayo literario es un género en el que el autor busca persuadir a un lector mediante la construcción de un argumento y su defensa a lo largo del trabajo. Este tipo de ensayo es más libre, en él se plasma la creatividad y originalidad de un escritor que utiliza distintos recursos retóricos, licencias poéticas, etcétera, con el propósito de persuadir, de encantar a un posible lector.
Este género es muy distinto al ensayo académico. Este trabajo es más rígido porque además de sustentar una hipótesis mediante un aparato teórico se requiere de un menudo aparato crítico para abordar el tema. Este aparato tiene un estilo para citar a pie de página y una forma de construir la bibliografía utilizada, no la consultada. En las Humanidades solemos usar el estilo Chicago.
En el caso del ensayo libre o literario el autor utiliza la paráfrasis con el fin de sustentar sus argumentos, o bien, utiliza las palabras de otro autor para criticarlas. No se cita a pie de página ni se ofrece un aparato crítico, aunque el autor bien puede sugerir algunas obras en el cuerpo de su trabajo. El vínculo con el artículo de opinión es muy estrecho. Como un buen ejemplo tenemos el ensayo de Julio Torri sobre la bicicleta:
“Es un deporte que para practicarlo no necesita uno de compañeros. Propio pues para misántropos, para orgullosos, para insociables de toda laya. El ciclista es un aprendiz de suicida. Entre los peligros que lo amenazan los menores no son para desestimarse: los perros, enemigos encarnizados de quien anda aprisa y al desgaire; y los guardias que sin gran cortesía recuerdan disposiciones municipales quebrantadas involuntariamente.
Desde que se han multiplicado los automóviles por nuestras calles, he perdido la admiración con que veía antes a los toreros y la he reservado para los aficionados a la bicicleta.
En ella va uno como suspendido en el aire.
Quien vuela en aeroplano se desliga del mundo. El que se desliza por su superficie sostenido en dos puntos de contacto no rompe amarras con el planeta.
El avión y el auto no guardan proporción por su velocidad con el hombre, que es mayor de la que él necesita. No así la bicicleta.”
Y vaya que el velocípedo ha inspirado otros memorables trabajos, como el del músico británico David Byrne, que a manera de diario, escribió sus andanzas sobre bicicleta a lo largo del mundo.
Otro ejemplo de ensayo es el libro La civilización del espectáculo, de Mario Vargas Llosa. En el primer apartado, escribió:
“Claudio Pérez, enviado especial de El País a Nueva York para informar sobre la crisis financiera, escribe en su crónica del viernes 19 de septiembre de 2008: <<Los tabloides de Nueva York van como locos buscando un broker que se arroje al vacío desde algunos de los imponentes rascacielos que albergan los grandes bancos de inversión, los ídolos caídos que el huracán financiero va convirtiendo en cenizas>>. Retengamos un momento esta imagen en la memoria: una muchedumbre de fotógrafos, de paparazzi, avizorando las alturas, con las cámaras listas, para captar al primer suicida que dé encarnación gráfica, dramática y espectacular a la hecatombe financiera que ha volatilizado billones de dólares y hundido en la ruina a grandes empresas e innumerables ciudadanos. No creo que haya una imagen que resume mejor la civilización de la que formamos parte”.
Otro buen ejemplo de ensayo literario es el de la autoría de Agustín Fernández Mallo que lleva como título Postpoesía. Hacia un nuevo paradigma. Esta original obra fue finalista del Premio Anagrama de Ensayo:
“Lo que se va a sostener en este Núcleo es que el cambio que en todas las artes se ha producido , ilustrado por (por poner dos ejemplos muy opuestos) Rothko (arte moderno) y el Arbusto Robótico, las criaturas posthumanas de Moravec (arte posmoderno y tardoposmoderno), en la poesía contemporánea aún no se ha producido, para hacer al final una propuesta de un posible cambio de paradigma.
Podría interpretarse como la continuación , el siguiente paso lógico a la línea de paralelismo que estableció Nicanor Parra cuando asimiló la poesía que vas hasta el siglo 19 a la física newtoniana y la poesía de las vanguardias a la física relativista y cuántica de principios del siglo 20 la nueva <<ciencia posmoderna>> y en general eso que hoy damos en llamar posmodernidad tardía, no tiene aún su colegítimo correlato en la poesía escrita en castellano. Esto que sigue es una propuesta”.
Análisis y estudio de la imagen
Partiendo de que el análisis es un proceso de conocimiento que consiste en separar un todo en su partes o componentes con el fin de conocer su estructura, podríamos concluir que una forma de analizar una imagen visual consistiría en una especie de écfrasis con el fin de darle voz a un objeto mudo. La écfrasis es un ejercicio de imaginación que consiste en la descripción del objeto; podríamos afirmar que es una especie de descripción pre-iconográfica por medio de la cual identificamos las partes (formas, figuras, personajes o símbolos).
Sin embargo, con el fin de profundizar en el estudio de la imagen, para construir su historia particular y sobre todo para llevar a cabo una interpretación sobre la misma, más allá de las premisas de la iconología que podría limitarnos a un estudio de los estilos o de la representación de cierto tópico, es preciso contextualizar la imagen. Datos como la autoría, el tema y la técnica constituyen una fuente de información primaria y valiosa para comenzar la construcción de la historia –aquí cabría agregar la biografía del autor en la que podemos encontrar parte de su bagaje cultural, su ideología y otro tipo de filias y fobias–. Otro paso consistiría en destacar el uso o usos de la imagen, su circulación, desplazamientos y /o recepción.
Un ejemplo de lo anterior es el trabajo de George Didi-Huberman quien emprendió la construcción de una historia a partir de 4 fotografías. Las imágenes no eran del todo claras y eso impedía una lectura adecuada, pero el contexto en el que fueron captadas y los autores de las mismas otorgaron a Huberman la posibilidad de construir todo una historia. En las primeras líneas del libro Imágenes pese a todo, 4 fotografías de Aushwitz, escribió: “para conocer, debemos imaginar para nosotros mismos”, y eso fue lo que hizo este investigador al momento de construir la terrible historia de los prisioneros judíos que formaban parte de los Sonderkommando.
Otro asunto es la teorización de la imagen. Dada la omnipresencia y la importancia de las imágenes en nuestra vida, distintos académicos e investigadores tanto en Alemania como en los Estados Unidos han reflexionado sobre éstas. Cada escuela ha optado por una óptica distinta y en ocasiones sus intereses se relacionan. Desde la escuela norteamericana se ha postulado la existencia del llamado giro pictorial, como una especie de analogía a la propuesta del filósofo Richard Rorty quien proclamó en su momento el giro lingüístico en la filosofía contemporánea, que estaba preocupada por el lenguaje y la construcción de sentido a través de éste. Es decir, el lenguaje como un método para aprehender la realidad.
En el caso de la imagen se ha postulado el Giro Pictorial. Parecería que hoy interpretamos más la realidad a través de las imágenes, y es por ello que investigadores como W. J. T. Mitchell consideran necesario teorizar sobre estos arfefactos visuales que pueblan la llamada iconoesfera.
viernes, 24 de enero de 2020
Aby Warbug, fundador de la Iconografía
Imagen tomada de Photosharing
Aby Warbug es el fundador de la disciplina llamada Iconografía, aunque ésta esté asociada a la figura de E. Panofsky, al que, de acuerdo con George Didi-Huberman, se le considera de manera errónea como el padre fundador. Por medio de sus estudios y de la elaboración de tablas o paneles –proyecto conocido como Atlas Mnemosyne– en los que colocaba imágenes elaboradas en distintos tiempos y espacios históricos, Warbug intentó ver las relaciones entre discursos iconográficos elaborados en distintas épocas. Se afirma que logró crear 60 paneles aproximadamente en las que trataba de establecer una especie de trama de sentido a través de los discursos iconográficos allí presentes. Estudió la presencia de figuras míticas en las pinturas del renacimiento italiano, tal es el caso de La venus de Boticelli en el que estudió la pervivencia de algunas expresiones y gestos de la Antigüedad.
En la introducción del libro Aby Warbug and the Image in Motion, George Didi-Huberman menciona que la contribución del pensamiento de Warbug puso a la Historia del Arte en movimiento, “en movimientos, para ser exactos, desde que abrió y multiplicó los objetos de análisis, las opciones interpretativas y las demandas metodológicas [...] No llegó para simplificar la vida a los historiadores, vino a crear tensión en la disciplina, una tensión fértil.
En El
ritual de la serpiente,
reseña la experiencia que vivió con los Indio Pueblo con el fin de indagar
sobre los orígenes del paganismo y de la magia, sobre el poder de las imágenes
para curar o herir. Estudió
la persistencia del culto animista en algunas danzas indígenas así como en
representaciones visuales y la importancia de la presencia de los animales en
los mitos de esa cultura, en los cultos, ritos y veneraciones.
En su
libro Iconografía e iconología. La Historia del Arte como Historia
cultural, Rafael García Mahíques afirma que en su sentido moderno
la Iconografía es la disciplina de la descripción y clasificación de las
imágenes. Como tal es un enfoque
metodológico que toma en cuenta el contexto en el que las imágenes adquieren
sentido. Estudia temas y personajes.
“Las
imágenes han sido en cualquier tiempo un fenómeno visual vivo que opera
en la Historia transformando aspectos de la vida del hombre y de la
sociedad.” Son
una vía de conocimiento que nos permite comprender la historia. Palabra
e imagen han sido siempre productos culturales, los medios más importantes de
nuestra cultura para transmitir información. Una historia cultura se hace
indagando sobre ambos fenómenos.
Iconología, iconografía. El estudio de las imágenes
En el ámbito de la historia del arte se entiende a la iconografía y a la iconología como métodos para estudiar las imágenes. El vocablo iconografía deriva del griego y su etimología abarca los términos imagen, figura, representación; así como escritura, composición, registro. Ha significado la clasificación y descripción de las imágenes.
La
iconografía es entendida como una disciplina que nos permite conocer el
contenido de una representación en virtud de sus caracteres específicos y su relación
con determinadas fuentes literarias. En la introducción del libro La ciencia de
las imágenes, editado por la Universidad Iberoamericana, se afirma que fue a
finales del siglo XVI cuando el humanista Francisco de Medina describió la
pintura como la representación de las imágenes en los cuerpos; esos eran,
naturales del pensamiento y consideración del alma. Los cuerpos eran formados
por la imaginación mediante otro tipo de imágenes. Habría que recobrar la idea
de Kant sobre la imaginación como una facultad y el aporte de W. J. T. Mitchell
sobre el concepto de imagen mental para entender el pensamiento de Medina.
Dos
siglos más tarde, los pintores y tratadistas harían de los jeroglíficos y los
emblemas, junto con las imágenes de ángeles y otras visiones, un vocabulario
para vincular el discurso iconográfico con la estética y sobre todo con la
moral. Los sueños y las alegorías emblemáticas se tradujeron en signos
plásticos y literarios inteligibles, como en el caso de la Iconología de Cesare
Ripa.
La
Iconología de Cesare Ripa (1593) es una obra de figuraciones morales que hacía
patente las dos disposiciones naturales que facultaban a Ripa como un emblemista
en ciernes. A estas virtudes del intelecto debían sumarse el mérito propio de
la erudición histórica (conseguida por largos estudios bíblicos, profanos y
mitológicos).1 Césare Ripa emprendió el camino de la moralidad visual mediante
su obra en la que las imágenes contienen implicaciones simbólicas.
Las
figuras de su Iconología cayeron bien en el terreno de lo moral, lo sacro y lo
político en la corte y en la iglesia.“ Con préstamos de distintas y antiguas
tradiciones figurativas, tals como la medallística, la numismática, la
criptografía y la mnemotecnia, Ripa tuvo el tino de sistematizar sus
personificaciones moralizadas… La Iconología era entonces una nueva rama del
pensamiento que tenía como estatuto, la descripción de diversas imágenes
tomadas de la antigüedad [pero sobre todo de la propia invención].
En
su obra, utilizó a las imágenes como estructura discursiva para personificar
atributos y características de los vicios, virtudes, humores y temperamentos,
hábitos y pasiones. Es decir, ilustraban el comentario que se escribía debajo
de la imagen. En la segunda mitad del siglo XVIII, distintas ediciones de esta
iconología adquirieron un sentido moralizante y sus imágenes se transformaron
para enmarcar al personaje en una escena que colaboraba en la narrativa.
Otro
ejemplo de iconología –entendida como un tratado de imágenes acompañadas de un
texto explicativo, es el Tratado de Gravelot y Cochin (1791) que circuló
ampliamente en Francia. Son a decir de María de Carmen Alberú, documentos
legados por el quehacer artístico que nos adentran a la cosmovisión y cultura
de quienes los produjeron.
1. Jaime Cuadriello, La
iconología y el caballero Cesare Ripa, en La ciencia de las imágenes,
México, UIA, 1995.
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