En Estudios sobre iconología, Erwin Panofsky ejemplifica su método con una pintura que alude al tema de Judit. Al respecto, el maestro escribe:
“Un cuadro del pintor veneciano del siglo XVII Francesco Maffei, representando una bella mujer con una espada en su mano derecha y en la izquierda una bandeja que contiene la cabeza de un hombre decapitado ha sido publicada como una representación de Salomé con la cabeza de San Juan Bautista. De hecho la Biblia dice que la cabeza de San Juan Bautista fue traída a Salomé en una bandeja. ¿Y la espada? Salomé no decapitó a San Juan Bautista con sus propias manos. Pero la Biblia nos habla de otra hermosa mujer en relación con la decapitación de un hombre,o sea Judit. En este caso la situación es justamente la contraria. La espada sería correcta porque Judit decapitó a Holofernes con sus propias manos, pero la bandeja no está de acuerdo con el tema de Judit porque el texto dice explícitamente que la cabeza de Holofernes fue puesta en un saco.”
Francesco Maffei, Salomé with the Head of John the Baptis, ca. 1650-1660.
Mariano Salvador Maella, Salomé con la cabeza de Juan Bautista, 1761.
Lucas Cranach el Viejo, Santa Judith, ca. 1530
“De esta forma tenemos dos fuentes literarias aplicables a nuestro cuadro con el mismo derecho y la misma falta de fundamento. Si lo interpretásemos como una representación de Salomé, el texto justificaría la bandeja, pero no la espada, si lo interpretásemos como una
representación de Judit el texto justificaría la espada, pero no la bandeja. Estaríamos completamente perdidos si tuviéramos que depender exclusivamente de las fuentes literarias.”
“En el caso que estamos tratando tendríamos que preguntar si hubo, antes de que
Francesco Maffei pintase su cuadro, alguna imagen indiscutible de Judit (indiscutible
porque incluyese, por ejemplo, la sirvienta de Judit), pero en el que apareciese sin
justificación alguna bandeja; o alguna indiscutible representación de Salomé
(indiscutible porque incluyese, por ejemplo, a los padres de Salomé) pero en el que
aparecería una espada sin justificación. Y he aquí que, mientras no podemos señalar
ni una sola Salomé con una espada, nos encontramos en Alemania y el norte de Italia
varios cuadros del siglo XVI que representan a Judit con una bandeja; hubo, pues,
un tipo de «Judit con bandeja», mientras nunca hubo un tipo de «Salomé con
espada». De aquí podemos deducir, sin peligro, que el cuadro de Maffei representa a
Judit y no a Salomé como se había creído”.
En primer lugar, y siguiendo a Erwin Panofsky se impone una descripción preiconográfica primaria y natural de la obra, que a su vez se subdivide en lo factual o lo expresivo, de acuerdo con Donald Preziosi. En esta etapa describiremos lo que observamos en el espacio plástico de la obra, sólo las formas o figuras. En este caso, gran parte de ese espacio lo ocupa una figura femenina, ataviada con un elegante atuendo que de acuerdo a la historia del vestido nos remite al siglo XV. La mujer luce un vestido ceñido, collares, sombrero y guantes. En su mano derecha sostiene una espada y con la izquierda sostiene los cabellos de una cabeza masculina. Al fondo de la imagen se puede apreciar un paisaje.
Posteriormente está la etapa de la interpretación iconográfica secundaria o convencional del tema. De acuerdo con ello y gracias al título, acudimos a la historia de Judith. Sobre ella tenemos que la historia bíblica dice lo siguiente:
"Dios nos está probando pero no nos ha abandonado. Yo voy a hacer en estos días algo cuyo recuerdo se prolongará por muchos siglos. Esta noche saldré de la ciudad y luego Dios hará por mi mano algo que ahora no les puedo contar". Luego se postró ante Dios y le rogó que bendijera su plan y la ayudara. El sacerdote y los demás jefes le dijeron: "Vete en paz y que el Señor te proteja y te guíe".
Judit se adornó con sus mejores joyas y se puso sus más hermosos vestidos y acompañada de su criada salió de Betulia y se dirigió hacia el campo de los enemigos. Estaba hermosísima.
Un grupo de centinelas la vio y le preguntó a dónde iba. Ella les dijo que estaba huyendo de Betulia y quería entrevistarse con el general Holofernes. Ellos la llevaron hacia el cuartel del jefe. Cuando Holofernes y sus generales la vieron se quedaron admirados de su gran hermosura.
Judit le pidió a Holofernes que le permitiera quedarse unos días allí en el campamento y que diera órdenes a sus guardias para que la dejaran salir cada madrugada a un campo vecino a orar a Dios. El general aceptó su petición y ordenó que le ofrecieran los mejores alimentos, pero ella dijo que su criada había llevado provisiones para varios días y que esto les bastaba. Le fue señalada una habitación.
Holofernes se enamoró de la belleza extraordinaria de Judit y organizó un gran banquete en su honor; e invitó a sus mejores generales. Judit llegó al banquete adornada con sus mejores joyas y supremamente hermosa. El general encantado ante su presencia bebió esa noche más que nunca, y cuando los generales lo vieron totalmente borracho lo dejaron allí solo, frente a Judit que estaba a la mesa cenando también.
Cuando Judit vio que todos se habían ido y que ella había quedado completamente sola frente a Holofernes que estaba totalmente borracho y dormido, pidió fortaleza a Dios y tomando la espada del general le cortó la cabeza y la echó entre un costal, y la pasó a su criada. Y como los guardias tenían orden de dejarla salir al campo durante la noche a rezar, la dejaron pasar sin decirle nada. Nadie sospechaba lo que había sucedido. Ella había preferido entre dos males el menor. Un mal era que moriría todo el pueblo de Israel a manos de los soldados de Holofernes, el otro era que muriera Holofernes, pero que el pueblo se salvara. Y Judit escogió este segundo medio.
La fuente literaria nos permite llevar a cabo una mejor lectura. Así, nuestra interpretación iconográfica, sin duda, está influenciada por la historia de Judith y ello nos posteriormente a la interpretación iconológica de la misma. En esta etapa obtendremos el significado intrínseco.
Podríamos vincular la iconografía de Santa Judith, que a primera vista nos
parecería terrible y sin sentido, de manera banal con las actuales
disputas de los grupos de narcotraficantes, que llevan a cabo una
especie de ritual para terminar con sus enemigos, a los que les cortan
la cabeza.
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